domingo, 25 de diciembre de 2011

Navidad 2011 en Madrid. España.


La Navidad en Madrid no se asocia a nieve, ni a muñecos de nieve, claro, y por supuesto tampoco a la zanahoria con la que se adereza al muñeco para simular su nariz. Meridianamente claro todo esto, en Madrid no suele nevar hasta el punto de asociación de fechas y climatología que nos haga creer que estamos en Moscú, Cracovia, Nueva York o Estocolmo.

Madrid tiene su propia identidad navideña, esa que se ve y se huele, se palpa y se siente a lo largo de sus calles más castizas. Grupos de mujeres cargando con un número infinito de bolsas de tiendas de moda, padres visitando con sus hijos los escaparate de las tiendas de juguetes para luego hacer la protocolaria carta a los Reyes Magos de Oriente, y también en muchos casos la de Papá Noel (qué generaciones más afortunadas).

Una circunstancia común al resto de grandes urbes, es que la gente tiende a vivir más en la calle que en la casa. La aglomeración de peatones es grande a cualquier hora del día y la noche. Por el día para disfrutar de las compras, de las actividades para niños y mayores, de la gran oferta en restauración; y por la noche de la tremenda oferta cultural y de ocio que Madrid presenta como ninguna otra ciudad en España.

La Navidad en Madrid presenta su epicentro en la Plaza Mayor. No es posible visitar la capital en estas fechas y dejar de pasear por su plaza más bonita. Miles de personas entran y salen para disfrutar del tradicional mercado navideño donde los productos estrella son las figuritas para el nacimiento, de todos los tamaños y para todos los bolsillos, junto a una amplia gama de productos de broma y de disfraces.

A su alrededor todo es Navidad. La plaza de Jacinto Benavente, el Mercado de San Miguel, la calle Mayor, la Puerta del Sol, Preciados, Arenal...

Toda la ciudad engalanada y vestida para vivir un mes intenso, donde las emociones y los sentimientos están en lo más alto de nuestros listados de prioridades. A destacar, desde siempre, es la iluminación que hace llegar a Madrid a miles de visitantes ocasionales, cámara en mano para retratar a la ciudad iluminada, para luego compartirlo con los amigos al modo tradicional del papel o como es ya una constante, en tiempo real a través de las redes sociales.

Y no solo el centro más castizo siente la Navidad. Todos los edificios más emblemáticos presentan alguna novedad para estos días. El Palacio de Comunicaciones con un juego de luces en distintos tonos, la Biblioteca Nacional iluminando sus árboles con cientos de bombillas blancas, son ejemplos claros de que son fechas especiales.

Al finalizar el período navideño, todo lo expuesto se retirará y se guardará para el año siguiente. Pero las emociones vividas, la alegría generada, las cenas y reuniones de amigos y compañeros de trabajo perdurarán en el tiempo. Y eso, como bien dice un spot publicitario, no tiene precio.

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